El auge del manga (1959-)
Leiji Matsumoto en 2008
El triunfo de las revistas de
manga acabó con el Kamishibai, y muchos de sus autores se refugiaron en el
sistema de bibliotecas. Las revistas de manga eran todas infantiles, y las
bibliotecas encontraron su nicho creando un manga orientado hacia un público
más adulto: el gekiga. Abandonaron el estilo de Disney por otro más realista y
fotográfico y se abrieron a nuevos géneros más violentos, escatológicos o
sensuales como el horror, las historias de samuráis, los mangas sobre yakuzas,
el erotismo, etc. Entre ellos cabe destacar a Sanpei Shirato que en 1964
patrocinaría la única revista underground de la historia del manga, Garo. La
competencia en el terreno gráfico del gekiga obligó a las revistas a reducir la
presencia del texto, aumentando el número de páginas y el tamaño para mejorar
su visión.
Con el comienzo del auge
económico, el pueblo nipón exigía más manga. En respuesta, una de las
principales editoras de libros, Kodansha, se introdujo en 1959 en el mercado de
revistas. Su título Shōnen Magazine cambió la pauta de periodicidad mensual a
semanal, multiplicando la producción e imponiendo a los autores el estajanovismo,
aunque esta vez con sueldos millonarios. Pronto, otros grupos editores como
Shueisha, Shogakukan o Futabasha se le unirían. Este sistema de producción
sacrificaba el color, la calidad del papel y la sofisticación temática,
llevándose también de paso la crítica política, pero aumentaría
vertiginosamente las ventas hasta cifras astronómicas y con ellas los
beneficios empresariales, convirtiendo al manga en el medio de comunicación más
importante del país.